¿Por qué es importante conocer los primeros auxilios?
Cuando hablamos de primeros auxilios nos referimos a la asistencia que se presta a una persona accidentada o que se ha puesto enferma de forma repentina e inesperada en el mismo lugar donde se produce, hasta la llegada de la asistencia sanitaria, evitando así que las lesiones se agraven e incluso permitan solucionar los casos más leves.
Los accidentes leves se producen con cierta frecuencia en nuestra vida diaria, ¿quién no ha sufrido un corte, ha tenido una herida, ha sufrido una caída o una quemadura a lo largo de su vida o en su entorno más cercano? Unos mínimos conocimientos en Primeros Auxilios permiten realizar una atención adecuada y evitan, en muchos casos, complicaciones que pudieran agravarlos.
Sin embargo, en ocasiones las personas pueden estar en una situación que revista una mayor gravedad, como pacientes que presentan síntomas compatibles con una enfermedad cardiovascular: un infarto agudo de miocardio, un ICTUS o incluso una parada cardiaca. El saber actuar en estos casos, por parte de los primeros intervinientes, logra que la actuación sanitaria se realice en mejores condiciones y que la probabilidad de supervivencia de los mismos aumente.
El lugar idóneo para realizar esta educación en primeros auxilios es en las escuelas, por donde pasa la mayoría de la población en un momento óptimo para el aprendizaje.
¿Cómo actuar frente a una emergencia? (qué hacer y qué no hacer)
Lo primero que debemos realizar en cualquier circunstancia es mantenernos tranquilos, asegurarnos que quien presta la ayuda y la persona que va a ser auxiliada se encuentran en un lugar seguro y llamar a los servicios de emergencia, a través del teléfono 112/061 (en algunas provincias españolas), para que la ayuda llegue lo más precozmente posible.
En esta llamada al 112 es importante que digamos la situación exacta de donde nos encontramos: la calle, número, piso y/o algún punto de referencia que permita localizar nuestra ubicación lo más rápidamente posible. También se recomienda aportar información sobre lo que ha ocurrido, del número de pacientes o heridos y de las lesiones que presentan aparentemente.
Es importante que esta acción de llamar al 112 para pedir ayuda se la inculquemos a nuestros hijos ya desde edades tempranas, explicándoles que situaciones pueden constituir una emergencia y cuando deben llamar al teléfono de emergencias.
En todas las centrales de Coordinación de Emergencias hay profesionales sanitarios las 24 horas del día todos los días del año, por tanto, en caso de necesidad, ellos pueden prestar consejo telefónico sobre lo que se debería realizar en esos primeros momentos.
Una vez realizado esto pasaremos a socorrer a la persona con los recursos disponibles en ese momento.
Lo primero que deberemos valorar es la gravedad de la situación, realizaremos una primera evaluación del nivel de conciencia. Para ello nos acercaremos a la persona y le preguntaremos ¿Cómo se encuentra? ¿Qué le ocurre?
Si la persona nos contesta es un signo inequívoco de que la persona está consciente, lo colocaremos en posición lateral de seguridad y preguntaremos que le ocurre y en que podemos ayudarle.
Si por el contrario, el paciente no responde ni tan siquiera a estímulos, como zarandear levemente los hombros, el siguiente paso a realizar es comprobar que el paciente respira. Para comprobar la respiración debemos traccionar de su frente hacia atrás y elevar ligeramente la mandíbula, acercaremos nuestra mejilla a la boca del paciente y miraremos hacia su pecho de forma que podamos sentir, oír y ver la respiración o la presencia de movimientos torácicos.
Si el paciente respira con normalidad, lo pondremos en posición lateral de seguridad.
Si no respira con normalidad, avisaremos al 112 e iniciaremos las maniobras de reanimación cardiopulmonar ya que el paciente probablemente se encuentra en parada cardiorrespiratoria. La reanimación cardiopulmonar la iniciamos con las compresiones torácicas efectivas. Consideramos que estas son efectivas cuando las realizamos en el centro del pecho y hundimos el tórax unos 5-6 cm, a una frecuencia de 100-120 compresiones por minutos, y debemos dejar que tras cada compresión el tórax vuelva a la posición inicial, es decir, que reexpanda totalmente. Si estamos entrenados, daremos 30 compresiones y dos ventilaciones de rescate, si no, realizaremos compresiones de forma ininterrumpida hasta la llegada de los servicios de emergencia.
Consejos de primeros auxilios
Haremos un breve repaso sobre cuatro situaciones que ocurren en nuestra vida cotidiana con cierta frecuencia:
En el caso de presentar una herida con sangrado activo lo que debemos hacer en primer lugar es lavar la herida con agua y jabón y aclararla con abundante agua. Para detener la hemorragia deberemos colocar un pañuelo o una gasa limpia y presionar directamente sobre la misma. Si persistiera la hemorragia y la gasa o el apósito estuviera empapado no debemos retirarlo, pondremos otro encima y continuaremos con la presión sobre la herida, hasta que deje de sangrar, y posteriormente mantendremos la presión con un esparadrapo o venda. Se recomienda elevar el miembro afectado si las lesiones lo permiten, para disminuir el sangrado.
Si hubiera algún objeto clavado, no debe extraerse, ya que podría empeorar la situación y aumentar el sangrado. Lo recomendable es que lo fije para que no se mueva y se extraiga en un centro sanitario.
En el caso que persista el sangrado o la herida sea profunda o muy amplia, con los bordes muy separados, deberá acudir a un centro médico. También deberá acudir al médico en caso de heridas que pueden haberse infectado, esto lo sospechará si en la zona donde se produjo la herida aparece enrojecimiento, calor, hinchazón, supuración o incluso fiebre.
No se recomienda hacer torniquetes salvo en casos de hemorragia masiva, como puede producirse en el caso de una amputación, que pueda poner en peligro la vida de la persona.
Otra serie de cosas que no se recomienda hacer en las heridas y que se hacen con cierta frecuencia es utilizar soluciones que tiñen la herida, como mercurocromo, o echar alcohol ya que no sólo no desinfecta si no que además puede provocar quemaduras en los bordes de la herida.
En las quemaduras, lo primero que debemos realizar es retirar a la persona de la fuente de calor. En el caso de quemaduras eléctricas, antes de tocar a la persona, deberemos asegurarnos que no está en contacto con la fuente eléctrica.
Tras esto deberemos quitar la ropa que esté encima de la quemadura, salvo que esté adherida a la piel, y enfriar la quemadura con agua corriente durante 15-20 minutos. No debemos aplicar ninguna crema ni pasta a la superficie quemada. Tampoco debemos romper las ampollas que se hayan producido. La taparemos con un paño limpio humedecido y acudiremos al Centro de Salud para que valoren el grado de la misma y apliquen el tratamiento más adecuado. Se puede administrar al lesionado algún analgésico, tipo paracetamol o ibuprofeno. En el caso de las quemaduras debemos tener especial cuidado si estas afectan a la cara, manos, pies, pliegues o genitales ya que pueden presentar complicaciones graves.
El atragantamiento u obstrucción de la vía aérea por un cuerpo extraño es una situación potencialmente grave que puede resolverse satisfactoriamente si realizamos una actuación correcta. Generalmente las personas están comiendo, en el caso de los niños, sobre todo de corta edad, puede estar jugando, y presentan un acceso brusco de tos, que puede acompañarse de dificultad para hablar o respirar, incluso si la obstrucción es grave aparece un tono azulado alrededor de los labios, dejan de respirar y pueden perder el conocimiento.
Suele ser fácilmente reconocible porque habitualmente la persona pone sus manos alrededor del cuello y tose al mismo tiempo.
En el caso de obstrucciones leves la persona está consciente y suele toser con fuerza. Lo que debemos hacer es colocar en posición incorporada, ligeramente inclinado hacia delante y animarle a que siga tosiendo.
Si la persona es incapaz de hablar, tiene una tos débil o es incapaz de respirar podemos estar ante una obstrucción grave de la vía aérea. En este caso lo que debemos hacer es incorporar a la persona y apoyar una de nuestras manos en el pecho de la víctima, inclinándola hacia delante y a continuación le daremos 5 golpes fuertes en la espalda, entre las dos escápulas, con el talón de la otra mano. Si la obstrucción no se resuelve deberemos realizar 5 compresiones abdominales. Para ello nos situaremos detrás de la víctima, la inclinaremos hacia delante y colocaremos el puño cerrado de nuestra mano entre el ombligo y el esternón. Agarraremos con la otra mano el puño y empujaremos 5 veces seguidas hacia arriba y hacia atrás.
Deberemos alternar las compresiones en la espalda y en el abdomen hasta que se resuelva la obstrucción o la persona pierda el conocimiento.
En el caso que la persona deje de respirar y pierda el conocimiento, deberemos apoyar a la víctima en el suelo, boca arriba, llamar al 112 e iniciar compresiones torácicas como las descritas para hacer la reanimación cardiopulmonar.
Las convulsiones son consecuencia de una actividad neuronal anormal y pueden manifestarse de diferentes formas, con pérdidas bruscas de conciencia, rigidez, flacidez o movimientos involuntarios de un músculo o una parte del cuerpo o desconexión del entorno con mirada perdida. Es frecuente que la persona presente rigidez de la mandíbula y presente la boca morada y cerrada con fuerza, ocasionando a veces mordedura en la lengua. También es frecuente que el paciente tenga incontinencia de esfínteres. Normalmente duran menos de 5 minutos y ceden espontáneamente.
Las causas que originan una convulsión pueden ser muy variadas, como traumatismos, fiebre, una disminución del azúcar en sangre (hipoglucemia), algunos fármacos o enfermedades neurológicas, entre otras.
Tras la convulsión es frecuente que la persona se quede adormilada, confusa y/o desorientada durante un breve periodo de tiempo hasta que recupera totalmente la normalidad.
En el caso de ser testigos de personas que están teniendo una convulsión debemos permanecer con ellos durante todo el tiempo que dure la convulsión, la colocaremos en un lugar seguro, es recomendable recostarla sobre el suelo, si es posible la tumbaremos de lado, y pondremos su cabeza sobre algo suave y plano (una chaqueta, almohada, toalla, etc.) y evitaremos que se golpee con cualquier objeto hasta que ceda completamente. No debemos sujetarlos para impedir los movimientos ni introducir nada en la boca ya que podríamos producirle lesiones en los dientes o en la mandíbula. No le de agua o alimentos hasta que la persona esté totalmente recuperada.
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